Antes de empezar: el “modo seguro”

Antes de ponerte a limpiar una mandolina de cocina, activa el chip de “cero prisas”. La mayoría de cortes tontos pasan por dos motivos: querer acabar rápido y frotar como si fuera una tabla normal.

Si tienes a mano un guante anticorte, úsalo (sobre todo si tu mandolina tiene cuchilla fija). Si no, tira de recursos simples: un cepillo o estropajo con mango, y movimientos siempre de espaldas al filo.

Consejo rápido: en cuanto termines de cortar, enjuaga la mandolina bajo el grifo para quitar almidón (patata) o azúcares (zanahoria). Así luego la limpieza es más fácil y no tienes que rascar. Si además quieres evitar sustos, tienes la guía completa de seguridad con la mandolina.

Desmontaje (sin tocar donde no debes)

Cada modelo es un mundo, pero el orden suele ser el mismo: retira el porta-alimentos, accesorios de juliana, peine, recipiente… y deja el cuerpo principal para el final.

Para desmontar la mandolina sin sustos, agarra siempre por las zonas planas y lejos de la cuchilla. Si tu mandolina tiene regulador de grosor, ponlo en la posición más “cerrada” o protegida antes de tocarla.

¿La cuchilla no se desmonta? Mejor. No hace falta forzar nada: se limpia con cuidado y con la técnica correcta. Esto se nota mucho en modelos “todo en uno”: si estás usando una mandolina multifunción, el orden de piezas y el guardado luego importan el doble.